La oferta de semillas: biodiversidad y seguridad alimentaria

En Colombia, un país con una rica biodiversidad y una vasta gama de ecosistemas, la oferta de semillas desempeña un papel fundamental tanto en la seguridad alimentaria como en la productividad agrícola.

La disponibilidad de semillas nativas, criollas y variedades mejoradas mediante fitomejoramiento y biotecnología es esencial para garantizar la coexistencia de diferentes modelos tecnológicos y productivos, contribuyendo a la sostenibilidad del sistema agrícola y la sustitución de importaciones de productos clave, como el maíz, la soya y el algodón.

Y eso es precisamente lo que la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología – Acosemillas quiere mostrar en el marco de la COP 16 en Cali.

Para Leonardo Ariza Ramírez, gerente general de Acosemillas “las semillas nativas y criollas, adaptadas a las condiciones ecológicas específicas de los distintos ecosistemas colombianos, son esenciales debido a su resistencia natural a plagas y enfermedades locales, ya que han sido seleccionadas y mejoradas de forma natural a lo largo de generaciones.”

A su vez, para un país con geografía y climas tan diversos como Colombia, se requiere trabajar en armonizar la protección de estas especies nativas y criollas, así como la de avanzar en la investigación para asegurar los rendimientos, la calidad, la inocuidad y la oferta de alimentos de una población creciente. 

El dirigente gremial destaca por otro lado, que “las variedades mejoradas a través del fitomejoramiento y la biotecnología aportan características adicionales como una mayor producción, resistencia a plagas y enfermedades, así como la adaptación a condiciones ambientales adversas, aumentando la eficiencia y sostenibilidad de la producción agrícola.”

Desde Acosemillas es claro que el desafío clave reside en asegurar una coexistencia armónica entre las semillas nativas y criollas, por su adaptación local, y las variedades mejoradas, por sus características avanzadas que enfrentan el cambio climático y las exigencias de los consumidores.

“Esto no solo preserva la biodiversidad, dice Ariza Ramírez, sino que también ofrece a los agricultores opciones adaptadas a sus condiciones particulares y a las demandas del mercado, maximizando así la productividad y sostenibilidad del sector agrícola.”

Alimentación animal, como punto crítico

El llamado de Acosemillas es sobre uno de los puntos más críticos como la capacidad de Colombia para sustituir las importaciones de productos clave, como el maíz y la soya, fundamentales para la industria de alimentos balanceados.

Lo crítico es que la producción nacional de proteína animal como pollos, huevos, porcinos, vacunos, sector piscícola e inclusive la alimentación de las mascotas, requiere de más de 8 millones de toneladas de estas materias primas, de las que escasamente Colombia produce solo 1,5 millones de toneladas.

Ariza es enfático al destacar que para que Colombia deje de importar maíz y soya se requiere del uso de semillas mejoradas a través de la biotecnología, con mayores rendimientos y las ventajas que ellas tienen en cuanto a la resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas que además contribuyen a la disminución de aplicaciones de pesticidas y herbicidas que hacen más sostenible la producción y disminuyen la contaminación de las aguas residuales.

“El cultivo de estas semillas mejoradas no solo reduce la dependencia de insumos, sino que también disminuye los costos y apoya la seguridad alimentaria”, asegura el directivo.

La promoción de la producción interna contribuye al desarrollo de la industria agrícola, creando empleo y dinamizando la economía rural. Al mismo tiempo, al fomentar el uso de semillas mejoradas, Colombia puede avanzar hacia una mayor autosuficiencia y obtener excedentes en su cadena de suministro alimentario.

Para Acosemillas la diversidad fitogenética no es solo un tema local; en el mundo se reconoce su relevancia para la investigación agrícola, la innovación y la resiliencia frente a los desafíos globales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad y Colombia no puede ser la excepción

“Ya lo hemos visto en foros internacionales de la ONU y la FAO, donde se destaca la necesidad de mantener una mayor variedad en la ´cesta mundial de alimentos´, garantizando así la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios y la conservación de los recursos fitogenéticos para las generaciones futuras”, enfatiza Ariza Ramírez.

La FAO destaca que la diversidad de las semillas es crucial para mejorar la resiliencia, seguridad alimentaria y medios de vida de las comunidades rurales.

El uso adecuado y equilibrado de las semillas nativas, criollas y las semillas mejoradas ofrece una oportunidad tangible para garantizar un futuro agrícola sostenible en Colombia.

Para cosechar los beneficios de estos avances, es esencial reconocer y defender la propiedad intelectual y las innovaciones en el ámbito agrícola, apoyando a los científicos y las empresas que desarrollan nuevas variedades e híbridos, sin desconocer el aporte de los saberes tradicionales. Este enfoque multidisciplinario e intercultural permitirá asegurar el suministro de alimentos de manera sostenible y de calidad nutricional para las generaciones actuales y futuras.

La única manera de abordar el desafío de alimentar a una población creciente es apostar por una agricultura más productiva, que aumente los rendimientos, eduque a agricultores y consumidores con el uso de prácticas sostenibles y se aprovechen las ventajas de la biotecnología; esta última es una herramienta clave para la conservación de la biodiversidad y la sostenibilidad en el siglo XXI.

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